Por Patricio Aznar
Recientemente tuve la maravillosa oportunidad de visitar Brasil. Fui invitado como ponente al Web Summit en Río de Janeiro, y debo decir que la impresión que me llevé fue simplemente asombrosa.
Desde el momento en que puse un pie en Brasil, sentí una fuerza colosal moviendo la tierra. No sé si se debe al ADN amazónico de la región, pero la magnitud del movimiento que se percibe en el país es única en América Latina.
El evento en Río de Janeiro reunió a prácticamente todo el ecosistema de VC y emprendimiento brasileño, así como a una gran parte del ecosistema latinoamericano. Si tuviera que encontrar una palabra para describir lo que viví en el evento, sería “abrumador”, en el mejor sentido de la palabra. El nivel de sofisticación de los fundadores y los inversionistas es de una magnitud nunca antes vista. Brasil se erige como un claro referente del futuro que se avecina para toda América Latina, ¡y vaya que es emocionante!
Una interesante anécdota que le paso a un amigo con el que estaba en el evento. Saliendo el martes más o menos a las 6pm, el tráfico era caótico, él tenía que llegar a tomar un vuelo en Río y nosotros estábamos en Barra (los locales lo consideran otra ciudad). Era imposible encontrar un taxi por la magnitud del evento, a tal grado que salió a la calle a pedir aventón y en efecto, consiguió que un completo desconocido se tomara la molestia de desviarse para darle un aventón hasta Río y no perdiera el vuelo. Eso es Latam y eso se vivió toda la semana en Río, y eso se siente en toda la región. Una región con grandes problemas, pero una población resiliente con ganas de apoyarse unos a otros con la idea de mejorar la vida del de al lado.
Si bien se puede percibir el desarrollo que tienen en comparación con el resto de América Latina, también se puede ver aceleradamente cómo los demás países están evolucionando en esa dirección. La camaradería, las ganas de colaborar y de construir juntos una mejor Latinoamérica se contagiaron en cada una de las conversaciones que sostuve. Esto se podía sentir en cada evento que tuvo lugar en Río durante los cuatro días del evento.
Continuando mi viaje por Brasil, llegué a São Paulo y me encontré con un monstruo inesperado: una metrópolis que no le pide nada a Nueva York, Tokio o Londres. Desde la comida hasta el desarrollo que se observa en las calles, se respira una ciudad despierta y llena de movimiento. En cada reunión con fondos y fundadores, quedó claro por qué debemos tener un pie en Brasil y aprovechar lo que se ha estado construyendo en el país durante muchos años. Es importante aprender todo lo posible y sumar esfuerzos al resto de América Latina.
En resumen, mi viaje a Brasil fue una experiencia cautivadora. El país rebosa de vitalidad, emprendimiento y sofisticación. Brasil se ha convertido en un faro de inspiración para el resto de América Latina, y es un lugar donde se forjan oportunidades y se crea un futuro prometedor. Estoy emocionado por formar parte de esta trayectoria y ser testigo de cómo la región se levanta y se consolida como un líder mundial en el ecosistema empresarial.